Esquel, 12 de agosto de 2008.
Los policías –en general- se autoacuartelan, realizan paros o toman medidas de fuerza por cuestiones salariales. Los policías –en general- no niegan su fuerza de trabajo, a modo de medida de fuerza, a modo de protesta, cuando se trata de –por utilizar un ejemplo arbitrario- reprimir manifestaciones de trabajadores desocupados. Tal vez sea porque justamente ese es su trabajo. Es decir, eso es parte de su trabajo. Los policías no se niegan a trabajar si se les ordena reprimir simplemente porque están para eso…
Los docentes… nos planteamos la posibilidad de convocar a paros de actividades y otras medidas de fuerza por cuestiones salariales. Es un derecho –incluso dentro de la legalidad burguesa- la negación de la fuerza de trabajo, el ejercicio del derecho de huelga. Nadie está discutiendo eso…
¿No hay otras preocupaciones -para quienes ejercemos la docencia- que excedan a las reivindicaciones salariales? ¿No hay otras preocupaciones que deberían ser incluso más urgentes para que quien ejerce tal profesión pueda tener un mínimo respeto por aquello que hace para ganarse el pan?
La actual situación, en la que el salario de quienes ejercemos la docencia es por demás escaso, tiene varias facetas. Una de ellas tiene relación directa con los términos en que se remunera el trabajo del docente. Se paga por horas-cátedra (en general, 40 minutos), de tal modo que se paga solamente el trabajo que el docente realiza en el aula con los alumnos. Las tareas que necesariamente se realizan fuera del aula (planificación, lectura de trabajos, registro de esas lecturas, etc., etc.) no son reconocidas en la masa salarial.
Seguramente, esta falta de reconocimiento salarial del trabajo no áulico sea uno de los incentivos a lo que podríamos hipotetizar como una tendencia masiva en el gremio docente: la reducción al mínimo posible del trabajo de planificación, formación, etc.
Otra pata de esta situación está dada por la solución práctica que encuentran la mayoría de los docentes al escaso reconocimiento que el salario implica hacia su trabajo. La misma consiste en trabajar la mayor cantidad de horas-cátedra posibles, de modo tal de llegar a un salario que puedan considerar digno a partir de incrementar la cantidad de trabajo para incrementar la remuneración.
Esto deja, a su vez, menos tiempo para el trabajo no áulico… generando la paradoja de que más horas frente a alumnos suelen traducirse en menos tiempo para la planificación y la reflexión de aquello que sucediere dentro de las aulas…
Por favor, solicito que se me desasne en caso de pecar de ignorante, pero: ¿qué medidas de fuerza –excluyendo de las mismas la acumulación de horas o la protesta por los límites que se imponen a esa acumulación- hemos tomado contra esto? No es lo mismo discutir las cuestiones relativas a la masa salarial que discutir qué es lo que se reconoce en esa masa salarial, que empezar a discutir seriamente las condiciones de trabajo…
Porque si admitimos que no es importante –y tanto no debe ser, para la mayoría de nosotros, si podemos tolerar mansamente que no se reconozca en el salario- el trabajo fuera de "lo que se hace en el aula", si nuestro trabajo son solo las horas-cátedra que estamos en el aula… si tal fuera el caso, el trabajo en la docencia es mucho más rentable que el trabajo en muchísimos otros lugares…
Si se pretende con algún viso de seriedad que la educación tenga alguna relación con la producción de conocimientos, es verdaderamente ridículo que se admita que un docente puede trabajar 45 horas-cátedra semanales frente a alumnos. Si a esta cantidad le sumamos que el trabajo está fragmentado en variedad de instituciones escolares, espacios curriculares y grupos de personas con los cuales se trabaja, los resultados previsibles son aún menos prometedores… De todos modos, si "es necesario para poder cubrir un cargo", se suelen conceder excepciones a la regla de las 45 horas… varios hemos sido "beneficiarios" de ellas… ¿puede reportarnos algún beneficio que no sea el económico este tipo de soluciones? ¿Se benefician los alumnos que "consiguen tener clases" en tales circunstancias?
Dijo una vez –hace poco tiempo- a un docente la portera de una escuela: "¿Y usted cómo puede ser que, con el tiempo que lleva trabajando acá, todavía no se compró un auto?".
Para resumir… pareciera que la seriedad y el compromiso con el trabajo que se realiza son contradictorios en varios puntos con la posibilidad de obtener un salario "interesante"… Para continuar con las incomodantes comparaciones… también les pasa algo parecido a los policías que –dadas sus circunstancias salariales- se ven obligados, en muchos casos, a realizar servicios adicionales u horas extra, a trabajar como empleados de "seguridad privada"… o incluso a otras modalidades non sanctas de incrementar la masa salarial…
El vínculo represivo que la mayor parte de los docentes propone a sus alumnos, la función disciplinaria en la base de la existencia de la escuela como institución, el control del otro tratando de imponerle más miedos que los propios… por momentos, uno se ve tentado a pensar que el gremio docente es –no en términos personales, sino en términos sociales e institucionales- simplemente la policía intelectual, aquélla que disciplina a través de fuerzas sutiles, aquélla que trabaja con la máscara del conocimiento en lugar de la máscara antigás…
Una vez un docente le dijo a otro, muy enojado por cierto: "¿Vos qué pretendés? ¿Diferenciarte [de los demás docentes]?" No es una pretensión muy osada, si nos tomamos el trabajo de observar las tendencias imperantes en dicho gremio… Es casi una cuestión moral, al menos para algunos recalcitrantes…
Otra apostilla: se suele observar y criticar, por parte –en general- de quienes no pertenecen a la institución, el corporativismo de los policías. Incluso internamente, cualquier crítica es peligrosa para la corporación. Por ende, la crítica no suele ser muy bien recibida por parte de la institución en general, y tampoco por parte de la mayoría de sus miembros en particular. En el ámbito educativo, por fortuna, las cosas son muy pero muy diferentes…
Joel do Zente
Educador brasileño
PD: Los policías suelen decir de sí mismos "yo soy policía". Los docentes suelen decir de sí mismos "yo soy docente". Yo trabajo de docente, pero nunca me definiría diciendo que "soy docente". Nada es tan críptico como a simple vista pudiera parecer.
jueves, 28 de agosto de 2008
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2 Personas afectadas moral y sentimentalmente:
da el nombre caradura... o seras de esos que vive de licencia...
ese comentario es una gran ironia.... jajaj te felicito!
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